Al ser degustado por nuestros clientes nuestro bacalao finaliza un proceso de al menos seis meses.
Primero la pesca y entrada en puerto donde, tras pasar el rigor mortis, comienza la curación en sal marina de la mejor calidad en las instalaciones de nuestros proveedores. Después el proceso continúa en nuestras instalaciones en condiciones óptimas de humedad y temperatura hasta conseguir el grado de curación óptimo para el consumo.
Este proceso es costoso; requiere tiempo a temperatura controlada y, en contacto con la sal, el bacalao pierde humedad y por tanto peso así que las mermas son importantes. Sin embargo el resultado bien vale la inversión: un producto con un sabor y textura genuinos que el tiempo ha convertido en imprescindible de nuestra gastronomía.
Completada la curación comienza una segunda fase, el corte y desalado. Una vez despiezado el bacalao en cortes homogéneos (lomos, tajadas, colas, desmigados…), lo desalamos en contenedores de acero inoxidable con estricto control de temperatura y tiempo hasta alcanzar el punto de sal exacto para su consumo. Lo envasamos y presentamos al cliente un producto limpio, sin espinas y listo para cocinar.